La bella Liliht Part II.
-Mi amor, no me puedo quedar
mucho tiempo, hoy llega mi hermana de Miami y tengo que ir al aeropuerto a
recogerla- dijo Liliht.
-Pero yo estoy que me muero de
hambre conejita.
-Por eso no te preocupes, aquí te
he traído comida del “fiestas”.
-Y ¿Para mi sobrino?
-Para ti también te he traído - y
cuando dijo eso Liliht, le dio una mirada que estremeció los testículos de José, ¿Por
qué me ha mirado de esa forma? se pregunto.
-¿Como me dijiste que te llamabas?-
le pregunto mientras se acercaba a José de una forma muy sensual.
-José, me llamo José- paso algo
de saliva al sentir tan cerca aquella mujer que le era muy apetitosa- aunque
Richard me dice Josep.
-Cuando no Richard, él siempre
cambiando y arreglando los nombres.
-¿Así?
-Si, a mí por ejemplo me puso Liliht,
cuando… –
-Ya mujer no jodas, otro día
aburres a Josep, con tus cuentos y
recuerda que me tienes que dar para el departamento- interrumpió Ricardo.
-Hay gordo, bien esto eres no,
pero ya, no te preocupes aquí te lo he traído.
-¡Por eso te quiero! Andas en
todas mi coneja, bueno vamos te acompaño a tu carro que tienes que ir al
aeropuerto-
-Sí, vamos. Chau Josep- le dijo Liliht
mientras tocaba su barbilla – espero verte pronto- José se sintió más nervioso
aun viendo como Liliht movía las caderas al darle la espalda.
Chau dijo él, casi enmudecido por el cuerpo y el perfume de aquella
mujer. Ricardo y Liliht avanzaron hasta un auto convertible rojo y miro como se
despedía Ricardo de Liliht besándola efusivamente como si fuera la última vez
que lo hacía y luego le dio una palmada en sus voluptuosas nalgas, cuando entraba en el auto adiós Josep y le lanzo un beso volado
cuando Ricardo estaba de espaldas a ella.
De regreso en el departamento
Ricardo le pregunto a José, que le parecía Liliht, -es muy simpática – y mucho mas coqueta, se dijo él.
-Cuando yo no este, y escuches
ese silbido sales y le recibes lo que te dé y si me demoro te comes lo que
traiga y lo otro me lo dejas en mi cuarto.
Está bien dijo José,
algo decepcionado, su tío no era ni narco, ni líder de una banda, mi nada que
se le parezca; simplemente era un vividor que se aprovechaba del amor de una
mujer que estaba más hermosa y deliciosa
que aquellas que salen en la televisión ¿Cómo había podido Richard conseguir una
mujer así y enamorarla al punto que lo mantenga? Aunque por otro lado José sentía
que aquella mujer que tanto le había justado, no había desaprovechado la
oportunidad para coquetearle, aunque tal vez se estaba imaginando cosas ¿cómo
me va a coquetear si se nota que hace lo que sea por mi tío? Se cuestionaba son imaginaciones mías
se decía, aunque no podía sacarse de la retina aquella mujer, era muy
atractiva como para olvidarse tan rápido de ella.
Tres días después de aquello
Ricardo llevo a José a cortarse el cabello.
-¿A dónde vamos a ir a cortarnos
el cabello?
-¿Has visto el spa que está a seis cuadras de aquí?
-¿Ese de tres pisos que tiene un
gimnasio en la azotea?
-Ese mismo, ahí vamos.
-¿Pero ahí no es muy caro? Yo no tengo para pagar eso.
-Tú no te preocupes carajo, vas
conmigo, vas con Dios.
-Si es así entonces vamos pues-dijo
José –Igual el maridon eres tu- pensó.
Llegaron a la esquina del spa,
era el más exclusivo no tan solo de la zona si no de todo Lima, sus tres pisos
estaban dedicados a la belleza, cortar el cabello, maquillar, depilar, hacer
pedicure y manicure, masajes griegos y egipcios, sauna, etc. Aquello no era un centro belleza, era un centro de
transformación y relajamiento, donde no solo se atendía a lo mas resaltante de
la farándula, también llegaban políticos, esposas de los ministros y
embajadores. Cuando llegaron el vigilante saludo de lo más familiar a Ricardo,
era claro que no era la primera vez que iba a ese lugar; entraron e hiso sentar
a José en la sala de espera mientras el subió al segundo piso. José estaba
impresionado por el lugar, era el lugar más lujoso y pomposo que había visto.
Lleno de trabajadores de todo tipo: Estilistas mujeres jóvenes, maduras,
mujeres capturadas en el cuerpo de hombres, vigilantes, personal trainers, secretarias, etc. Cuando
escucho por un parlante – Se le espera al joven José en las oficinas del
segundo piso- José subió a las oficinas y vio a Ricardo como llevaba
sus manos por las piernas de Liliht hacia sus glúteos en tanto se besaban,
Ricardo estaba de espaldas a la puerta de la oficina cuando Liliht abrió los
ojos y sin dejar de besar a Ricardo le giño uno de ellos, mientras pasaba su
mano por la espalda de Ricardo. José, intento voltear pero Liliht no lo dejo...
CONTINUARA.